Que vivimos en la era de las tecnologías es innegable. Los soportes informáticos permiten crear obras plásticas nunca vistas, desde diseños gráficos hasta ilustraciones o animaciones 3D. Pero de nada sirven todas esas herramientas si no somos capaces de plasmar un concepto o una idea, por básicos que sean, sobre un papel. Los cursos de dibujo son fundamentales para mejorar esta capacidad, imprescindible para impulsar tu carrera creativa. Te contamos por qué te interesa aprender a “pensar con lápiz y papel” y cómo darle una aplicación práctica al dibujo tradicional.
Un lápiz en la mano: algo que une a todos los artistas
Cuando visitamos las cuentas de Instagram de los ilustradores más potentes del momento, nos explota la cabeza: hay auténticas maravillas que parecen imposibles de realizar. Y todas ellas tienen una característica común: en un primer momento, empezaron siendo una línea o una mancha sobre un soporte en blanco. Tener un lápiz, bolígrafo o rotulador en la mano es habitual en cualquier artista, que lo empleará para crear dibujos inconscientes, bocetos que surgen de una repentina inspiración o detalles para añadir a una obra finalizada. Y esto no lo decimos nosotros, sino que nos lo confirman voces tan importantes como la de la ilustradora y artista Wilye Beckert: “Por eso el dibujo a lápiz es tan importante en mi trabajo. No importa la técnica que utilice para terminar una obra: esa huella individual siempre se percibe bajo la superficie.”
Evidentemente, hoy son muchas las personas que parten de soportes como las tabletas gráficas. ¡Nada que objetar! Son unas aliadas perfectas para el trabajo creativo. Pero hay muchos aspectos en los que el tradicional sketchbook, compañero indispensable del dibujante y el artista plástico, las supera ampliamente. O el storyboard, si habláramos de artistas del comic o animadores, incluso productores de cine. La inmediatez del uso, la posibilidad de percibir hasta el último detalle (borrados incluidos)… Y por supuesto, algo fundamental: dibujar a mano es realmente “pensar con lápiz y papel”. Cuando lo hacemos, la mano recibe las señales del cerebro y las transmite de forma directa, incluyendo la presión necesaria en el lápiz para obtener los efectos deseados, los emborronados creados con los dedos (sí, todos y todas lo hacemos), los golpes de goma de borrar para añadir reflejos de luz… En resumen, todo aquello que convierte a nuestra mano en una herramienta insustituible que ni el software más puntero puede superar.
El dibujo a mano como base de la expresión plástica
Dibujar a mano es el primer paso para crear piezas de arte de cualquier tipo. Sí, cualquiera: muchos artistas contemporáneos que trabajan en soportes tecnológicos lo consideran un punto de partida básico para sus obras. Es el caso de Bruce Nauman, uno de los nombres más importantes de la escena artística contemporánea y que maneja distintas disciplinas, desde instalaciones multimedia a esculturas, vídeos y performances. En un momento dado, Nauman no dudó en afirmar que “dibujar es equivalente a pensar”: primero se piensa, luego se desarrolla la obra final (que puede tener como base cualquier tipo de disciplina, incluso las más alejadas de dibujo de toda la vida).
Si te gusta dibujar y lo haces a menudo, incluso de manera inconsciente y compulsiva, está claro que tienes el talento y la disposición. Pero no hay que acelerarse. Antes de meterse a editar o crear directamente en la pantalla, es importante desarrollar la técnica tradicional y mejorar nuestra conexión cerebro/mano/lápiz. ¿Por qué? La razón es simple: cuanto mejor domines el dibujo a mano, más fácil te será luego sacar chispas a tus obras con programas informáticos. Y también podrás añadir detalles a posteriori sobre las piezas editadas, tanto si las imprimes y dibujas directamente sobre ellas como si lo haces con tu tableta. Los cursos de dibujo actuales están enfocados a aprender a dibujar de la manera tradicional, pero con la vista puesta en el arte y las tendencias contemporáneas. Las bases están claras: es fundamental profundizar en temas como la anatomía, el encaje de las figuras, las líneas de acción, la perspectiva, la teoría del color, el manejo de luces y sombras… Y también en temáticas específicas para determinados campos de aplicación, como la realización de storyboards, las tramas o las técnicas mixtas. ¡Un universo creativo por descubrir!
Un curso de dibujo e ilustración que se precie, por supuesto, no se puede quedar ahí. Es importante que las bases se desarrollen para avanzar en el aprendizaje y asumir nuevos retos, como crear proyectos complejos (cómics, diseños gráficos, portadas…), dominar programas como Adobe Photoshop, realizar modelado 3D y aprender nociones de maquetación. No solo aprenderás a pensar con lápiz y papel, sino que aplicarás esa base a proyectos aplicados al mundo laboral y artístico.
¿Existe el curso de dibujo perfecto para ti?
No es fácil responder a esta pregunta. De hecho, es imposible. Pero sí podemos decirte qué deben tener los cursos de dibujo para ser eficaces, ofrecer una formación integral y orientarla a la creación (y presentación) de proyectos profesionales. Además de todo lo analizado en este artículo, es recomendable que los cursos se impartan en modalidad presencial y online para poderlos seguir independientemente de dónde te encuentres. Asegúrate también de que el equipo docente está formado por profesionales en activo, con amplia experiencia en la enseñanza y pasión por el dibujo y las artes.
El Curso de ilustración y dibujo de ESDIP incluye todas estas características: un completísimo programa de 3 años de duración, donde aprenderás a pensar con lápiz y papel y a crear los proyectos más impresionantes. Porque sin una base sólida, nunca llegarás a desarrollar todo tu potencial creativo. ¡No renuncies a ella!